Menos abundante de lo que parece. Si preguntamos a la gente del campo o a los cazadores por el zorro, la respuesta suele ser que está lleno de ellos, lo que no es cierto.
El zorro es territorial y expulsa a otros congéneres de su área donde tiene la madriguera. Lo que sucede es que tiene un comportamiento bastante diurno y ello hace que sea muy visible dando la sensación de abundancia.
Es más, el zorro sufre con fuerza la aparición de epidemias contagiosas como el moquillo, sarna y otras enfermedades a las que es muy vulnerable generando en algunas zonas y años, una auténtica disminución de las poblaciones.
Aún así es perseguido, odiado y cazado sin piedad ya que se autoriza su muerte en todo tipo de terrenos y circunstancias. Sobre el zorro cayó históricamente el atávico sentimiento de ser un ladrón de las especies cinegéticas y por tanto objetivo prioritario de los puntos de mira de una sociedad de cazadores inculta en temas de ecología.
EL TIEMPO PONE A CADA UNO EN SU SITIO
Es de lo más inesperado, pero también racional y lógico, que los agricultores pidan que haya zorros en los terrenos que cultivan para beneficiarse de su actividad predadora.
Solo las administraciones parecen no entender que el zorro es una especie indispensable en el actual momento agrícola español. Se ha acabado con la historia del zorro y las gallinas, ya apenas hay gallineros y el abandono rural ha dado pie a una plantación de cereales mecanizada que es el azote de la supervivencia de especies antaño abundantes y cinegéticas como las perdices.
Ya no se puede culpar al zorro de ninguna maldad, el FAPAS con la protección del zorro