Y nos encontramos una vez más con el desconcierto de los apicultores por llegar al colmenar y encontrarse las colmenas comidas por el oso. En general, tienen instalados malos sistemas de protección o sencillamente no hay ningún sistema, pues aún han tenido la suerte de no haber tenido daños. Muchos piensan, hasta aquí no llega el oso.
Pero la realidad es que el oso, poco a poco está incrementando con mayor intensidad su presencia en tierras del norte de León, o lo que es lo mismo, desplazándose desde el sur de la cordillera Cantábrica, colonizando nuevos territorios.
Las montañas de Igüeña mantienen una densa cobertura vegetal. Antiguas zonas mineras hoy sin actividad, desarrollan con la apicultura una economía alternativa que permite que algunos jóvenes no se marchen de estos territorios, ya de por sí bastante despoblados.
La presencia de los osos y no disponer de mecanismos eficaces para proteger las colmenas se convierte en un problema que es necesario solucionar. Las abejas de los apicultores son a su vez el más importante recurso polinizador de estos ecosistemas de montaña. De las abejas depende la conservación de la biodiversidad, Lo prioritario no solamente es proteger al oso, también lo es la protección de las abejas.
Muchos de los colmenares que visitamos la protección que tienen es para que no entren las vacas y tiren las colmenas. Hasta ahora, el oso no era una gran preocupación. A partir de ahora esta situación ha cambiado, todos los colmenares deben de estar bien cerrados para el oso y en funcionamiento durante todo el año.
Como hemos podido comprobar, en estas zonas se producen daños de osos en colmenares hasta en pleno invierno, en especial los años en los que escasean frutos como las bellotas.
En compañía de varios apicultores de la asociación Berciana de Apicultores, Aberapi, hemos vuelto a realizar otra acción demostrativa de cómo instalar un sistema de protección de un colmenar con la previsión de que el oso no entre en él para destrozar las colmenas. Una cuestión importante que les advertimos: el pastor eléctrico debe de estar funcionando correctamente durante todo el año. Sin corriente eléctrica no hay protección posible para las colmenas.
Iniciamos el trabajo con la colocación de los postes de madera para hacer un cierre perimetral del colmenar, luego la instalación de los materiales que FAPAS ya ha utilizado durante más de doce años para proteger sus colmenas. Si el oso no entra en los colmenares de FAPAS, tampoco lo hará en aquellos que cerramos con el mismo sistema.
Clavar las estacas no es tarea sencilla, pero en este caso hay una apicultora que se anima a hacerlo con gran eficacia.
En pocas horas hemos finalizado el trabajo y el resultado final es un colmenar correctamente protegido donde sabemos que el oso lo va a tener muy complicado para entrar, solamente un fallo en el sistema eléctrico le permitirá superar un cierre que no está diseñado para evitar la entrada por la fuerza, un oso podría romperlo todo con gran facilidad, pero la clave es la técnica, conseguir disuadir al oso de entrar con el sistema eléctrico debidamente instalado.
"La organización FAPAS cuenta con el apoyo de la Iniciativa Humanidad - Fauna Silvestre".