Desde que el joven sin anillar dio sus primeros vuelos, el 24 de julio, todo transcurre con normalidad en el nido de Ravoir; los dos pollos supervivientes se disputan la comida, siempre aportada por el macho, mientras ellos practican alguna que otra zambullida sin éxito.
El 4 de agosto tiene lugar la última observación de Panchita en el bosque de Orleans, y solo 4 días después, ya es fotografiada por Carlos Sanjurjo en la ría del Eo. Todo un viaje relámpago para una pescadora, si tenemos en cuenta las tremendas distancias que habitualmente separan las zonas de reproducción e invernada.
Esos días, los vientos deben de ser favorables para la migración, porque la joven [ADI] toma ejemplo de su madre, y después del 5 de agosto, abandona Ravoir.
Por lo demás, la temporada de cría sigue su curso. Ahora el joven sin anillar goza del servicio de catering en exclusiva. De momento, parece que sigue comiendo en la plataforma del nido, ya que Gilles Perrodin todavía no ha conseguido sorprenderla llevándose el pescado, a sus posaderos preferidos (algo típico en los jóvenes durante el proceso de independencia).
A estas alturas, Gilles está convencido de que el joven sin anillar es una HEMBRA. La gran extensión de la mancha del pecho, y el fino moteado bajo sus alas, hace fiable al 100% la identificación.
El 11 de septiembre es el último día que la joven hembra si anillar es vista en los alrededores del estanque, así que todo indica que por fin ha emprendido la migración.
Resulta alentador para los naturalistas franceses que después de unos comienzos tan terribles, el polluelo más pequeño de Panchita haya conseguido sobrevivir, y finalmente alcanzar la independencia. ¡Larga y feliz vida para esta joven pescadora!
Pero todavía no debemos cantar victoria, porque ha llegado la hora de “pasar el Rubicón”. La suerte está echada, y nuestra joven amiga tendrá que afrontar en solitario, las etapas más difíciles de la vida de un águila pescadora.
LA GESTA DE LA PRIMERA MIGRACION
Como ya hemos comentado en muchas ocasiones, las águilas pescadoras migran solas, lo que convierte la primera migración de los jóvenes, en un reto de resistencia y de navegación.
Es por ello que la mayoría de las águilas pescadoras de primer año no sobreviven lo suficiente para regresar a su lugar de nacimiento, ya que la mortalidad alcanza el 70% durante los dos primeros años de vida.
Los vuelos largos y continuos sobre la tierra y el mar son una característica de los viajes migratorios de las águilas pescadoras, aunque lo más normal es que tanto jóvenes como adultos vuelen por término medio entre 250 y 300 km cada día.
En Europa, donde abundan los lugares de alimentación, las águilas pescadoras suelen volar una hora menos al día que cuando migran por África, interrumpiendo su vuelo diario para llevar a cabo el avituallamiento. Suelen posarse a pocos kilómetros de lagos, ríos o estuarios para poder pescar al atardecer, o con las primeras luces del día, y ese papel lo cumplen a la perfección los pequeños estuarios de la costa cantábrica. Esta táctica (a veces denominada migración de vuelo y descanso), permite a algunas águilas pescadoras volar directamente a sus zonas de invernada sin hacer escalas.
EL SIGUIENTE RETO: CONSEGUIR UN BUEN HOGAR INVERNAL
Los estudios de seguimiento por satélite han confirmado que un pequeño pero creciente número de águilas pescadoras del norte de Europa, como por ejemplo nuestra Panchita, pasan el invierno en España y Portugal; y eso, sin lugar a dudas, aumenta considerablemente sus expectativas de supervivencia.
Pero por desgracia, el grueso de la población continúa su migración hacia el África subsahariana, para invernar en cualquier lugar desde el sur de Mauritania hasta Ghana. Una vez allí, los adultos se dirigen directamente a un lugar de invernada al que son fieles cada año, mientras que los juveniles deben embarcarse en el siguiente reto, que es encontrar un lugar donde asentarse.
Científicos de la Universidad de Lund en Suecia, descubrieron que las muertes relacionadas con las travesías del Sáhara constituían aproximadamente la mitad de la mortalidad anual de águilas pescadoras juveniles. El riesgo de inanición es alto (sobre todo para los juveniles que inician la travesía en malas condiciones). Pero además, a la amenaza que suponen los fuertes vientos y las tormentas de arena (cada vez más frecuentes en los últimos años), hay que añadir otro peligro asociado a las travesías del desierto; la falta de dormideros seguros hace que muchas águilas pescadoras migratorias se ven obligadas a posarse directamente en el suelo, lo que aumenta considerablemente el riesgo de depredación.
A diferencia de los jóvenes, las águilas pescadoras adultas se dirigen directamente a su lugar de invernada habitual, y suelen permanecer allí durante todo el invierno.
Para las águilas pescadoras jóvenes, el reto de establecerse en un buen lugar de invernada, sobre todo después de su ardua primera migración, es otro de los aspectos más difíciles de su primer año de vida, ya que suelen ser ahuyentadas de las mejores zonas, ya ocupadas por los ejemplares adultos durante décadas.
Si una pescadora joven ya está en malas condiciones tras el viaje, un nuevo desplazamiento puede ser fatal. También debe tener cuidado con los chacales, cocodrilos y perros asilvestrados, si está posada en aguas poco profundas o en el suelo. Las redes de pesca abandonadas que invaden las playas de la costa occidental africana, también suponen una gran amenaza, por no hablar de que en algunos lugares de África, se mata intencionadamente a las águilas pescadoras.
Es raro que los juveniles permanezcan en el mismo lugar más de unos pocos meses después de su llegada a África Occidental, ya que el instinto de seguir adelante y explorar nuevos territorios, suele obligarles a partir de nuevo. Este impulso les ayuda a mejorar el conocimiento de los lugares de invernada, pero también puede ser una nueva fuente de conflictos.
Así que solo cuando consigan establecerse definitivamente en su sitio favorito, la vida en invierno se volverá tan sencilla, como para las águilas pescadoras adultas.
(información extraída de "Ospreys". T. Mackrill. RSPB, 2019)
Volviendo a Ravoir, parece que el macho [6A] ha decidido tomarse unos merecidos días de descanso antes de emprender viaje a su zona de invernada, ya que fue visto por última vez en Ravoir el 22 de septiembre (8 días más tarde que el año anterior).
A estas alturas, ya no queda ningún miembro de la familia, en el estanque de Ravoir, así que podemos dar por finalizada la 11ª temporada de cría de Panchita, en el bosque de Orleans.
RESUMEN DE LA TEMPORADA
Otras noticias de Panchita
-La gran dama de Ravoir regresa a Francia.
-Primera baja en el nido de Ravoir.
-Periodo de emancipación para el tercer pollo de Panchita.