Y es que hay deportes que matan, o al menos se les llama deporte, son la caza y la pesca.

La agresividad contra determinada fauna silvestre que se ha desatado en Asturias, tiene su justificación en la complacencia y colaboración de la Administración Regional a lo largo de los últimos años, al aceptar  el matar la fauna silvestre en cuanto un colectivo se lo pide.

Aparte del lobo, el aspecto más dramático que se empieza  a dar, es la actitud  generalizada del colectivo de “deportistas”pescadores de ríos solicitando la   muerte de aquellas especies que ellos consideran  suyas al ser objeto de  la pesca.

El cormorán es la especie maldita, tiene el mal hábito de alimentarse de peces, peces que parece que  son propiedad exclusiva de unos pescadores que pagan    a la Administración por tener una licencia para pescar. No pueden tener competidores.

El “Paraiso Natural de Asturias”, se llena cada vez más de voces que piden matarlo todo, todo aquello que molesta. Y estas voces encuentran acomodo y respaldo que exigen a su vez matar más entre determinados grupos políticos que buscan permanentemente el voto de  los  más radicales.

En Asturias los “pescadores deportivos” están pidiendo  matar cormoranes, garzas y nutrias por ser sus competidores, ante una población de peces de río que se ve amenazada  principalmente por la contaminación de las aguas, no por los depredadores.

Pero es más fácil pedir matar. Por matar que no quede, la última especie  a la que se  le menciona también en la lista de  especies  asesinas del rio a erradicar es el pequeño y bello Martín pescador. Hasta él molesta a esta fauna salvaje que se  arremolina en las riberas de los ríos caña en mano a ver qué pueden matar.  Menudo deporte.

 

El río y su riqueza biológica no es propiedad de los “pescadores deportivos”.

Si alguien pide matar al Martín pescador, en realidad habría que echarle a él del río. No es un pescador deportivo, es un salvaje  egoísta.