Esta semana estamos preparando los cerezos que vamos a plantar durante este año en diferentes áreas de la cordillera Cantábrica y zonas más al sur, vinculadas a las zonas de movimientos de expansión de los osos.
El clima nos lo está poniendo complicado, pues a mitad de febrero, cuando aún estamos en pleno invierno, los cerezos ya brotaron y comenzaron a echar sus primeras hojas. Imposible mantener estos árboles por más tiempo a raíz desnuda en el vivero, hay que meterlos a todos en un contenedor.
Las altas temperaturas de este mes de febrero han hecho brotar a los cerezos, una clara evidencia de los cambios que se están sucediendo en el clima. Un vivero de árboles es como un termómetro que permite contrastar estas situaciones.
No podemos esperar más tiempo y nos hemos puesto a meter los mil cerezos en los contenedores, y por algo son “árboles gourmet”, lo primero que vemos es el tamaño de cada árbol que casi llega a los dos metros de alto. Eso va a permitir que la producción de fruta sea tan solo de tres años después de plantados. Cuanto primero den cerezas, mejor para el oso.
La segunda parte de nuestro trabajo es rellenar cada contenedor con el mejor producto posible. En este caso turba ecológica con un magnífico humus de lombriz producido de estiércol de vaca. Las raíces tendrán una gran capacidad de absorber los nutrientes de esta tierra tan fértil.
Y para mejorar el sistema radicular del cerezo, le incluimos micorrizas, unos hongos que van a permitir que se produzca una simbiosis entre el hongo y las raíces mejorando la fertilidad del cerezo de manera natural.
Junto con los cerezos, ya tenemos unos 4.000 manzanos que hemos producido de semilla el año pasado y que aquí vemos que ya son un buen tamaño para tener solamente un año de edad, y que dejaremos crecer para que se conviertan también en “manzanos gourmet”.
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