Prevenir los daños con verdadera eficacia debería de ser un objetivo prioritario en la estrategia de conservación del oso pardo en las montañas cantábricas. Sin embargo, son escasas las acciones que se llevan a cabo y que posean un buen resultado para evitar conflictos.
En estos días, los osos visitan pequeñas huertas en zonas cercanas a las aldeas en donde encuentran los siguientes frutos de la temporada, una vez que ha terminado la cosecha de las cerezas. Ahora toca a las manzanas y a los higos, muy pronto a las avellanas.
Ayer acudimos a proteger los frutales de una pequeña huerta donde el oso se ha entretenido en darse un buen banquete de manzanas e higos hace unos días.
Cada manzano a modo de árbol de Navidad sostiene entre sus ramas artilugios con los que se pretende hacer huir a los animales, por lo que se ve, al oso parecen importarle muy poco estás armas disuasorias.
Una imagen más cercana nos permite ver que para coger mejor las manzanas, el oso se limitó a romper de cuajo el frutal.
Ya no digamos la higuera que ha quedado bastante destrozada. Tienen la madera muy blanda y en cuanto el oso tira de una rama, la desgaja de arriba abajo.
Por fortuna, las higueras vuelven a crecer con rapidez, pero los manzanos no.
Así que el trabajo ha consistido en proteger a todos los manzanos supervivientes para evitar que el oso no se pueda subir al tronco y hacer fuerza para romperlo. Se podrá poner de pie y alcanzar las manzanas más bajas, pero al menos, el árbol quedará bien protegido.
Esta sencilla acción que hace el FAPAS garantiza que en esta pequeña huerta, el oso no pueda destruir los árboles que producen manzanas o cerezos. Es necesaria repetirla por muchas aldeas y pueblos por donde asoma el oso la nariz en busca de frutas.
En este pequeño reportaje, explicamos a cámara con mayor detalle una acción rutinaria de nuestra asociación, esta vez con el objetivo de hacer compatible la presencia de los osos en zonas cercanas a los pueblos.
VIDEO DE REPORTAJE TPA