Pequeño colmenar para consumo   casero de miel, sin proteger en una zona osera.

Si el año pasado hemos tenido la mayor sequía de la historia desde que hay datos estadísticos, parece que este va a ser el más lluvioso.

Estos cambios climáticos afectan a los osos. Ya desde mayo debería de haber habido cerezas en los fondos de los valles y a estas alturas, deberían de haber estado maduras en zonas altas.

Sin embargo,  el retraso ha sido muy agudo y los osos han tenido que seguir buscando alimento hasta que llegue la época de la fruta. Y ya sabemos, a falta de carroñas, la búsqueda de proteína  la  encuentran en las colmenas.

Estas semanas nos  centramos en ayudar a apicultores que aún no tienen cerrados sus colmenares. Son en general,  personas que tienen  las colmenas cerca de los pueblos y pensaban que el oso nunca se acercaría a destruirlas.

Monchu y Cristina, estudiante de biología en prácticas en el FAPAS, ayudan a la protección del colmenar.

En la actualidad, el hábitat del oso pardo, se corresponde tanto con el de las personas que viven en la montaña, que  es una suerte que un oso no se acerque a un colmenar desprotegido.

Evitar daños, mantener  una buena relación con la gente el campo, que se sientan ayudados y que no consideren al oso como un problema, es  nuestro trabajo. 

En ello andamos.